lunes, 5 de marzo de 2018

Entre la sarna y el masoquismo

La militancia de la socialdemocracia alemana ha votado de forma muy mayoritaria formar una coalición con los democristianos de Ángela Merkel.

La socialdemocracia siempre ha sido la gran muleta del capitalismo para someter y contener a la clase obrera, el gran muro que tenía que contener las ansias revolucionarias, si las hubiese, a mayor gloria del sistema capitalista. A finales del siglo XX casi todos los países europeos estaban gobernados por socialdemócratas que alababan al capitalismo y criticaban el comunismo, eufóricos tras la desaparición de la URSS y palmeros en el hundimiento de los partidos comunistas en todo el mundo. Se presentaban a sí mismos como "la renovación del comunismo". Ahora la socialdemocracia, ni siquiera esa, ya no existe.

Dicen que Alemania es el país rico de Europa, pero en ese paraíso la tasa de pobreza alcanza el 15% de la población, o sea, 12'9 millones de personas en el país cuya clase capitalista se ha beneficiado más de la UE y de las políticas de ahogamiento al resto de países y pueblos. En las últimas elecciones, los cristianodemócratas y los socialdemócratas recibieron una paliza y los neofascistas se convirtieron en la segunda fuerza del país. Con esta excusa, los socialdemócratas salen el apoyo de los cristianodemócratas para volver a infligir nuevos palos a los alemanes a mayor gloria de los capitalistas. Y La Izquierda (Die Linke), a verlas venir y asumiendo cada vez más el discurso socialdemócrata clásico. Que los neofascistas fuesen el partido más votado en la antigua Alemania del Este, feudo hasta ahora de La Izquierda (Die Linke), no parece haberles llamado la atención.

Puestos a ser optimistas, que no lo soy, la única cuestión positiva que podría, condicional, haber en esta "gran coalición" es que los socialdemócratas alemanes impusiesen un mayor ritmo de construcción al gasoducto Corriente del Norte 2 con Rusia y que presionasen para que se levantaran las sanciones contra este país, comenzando así una "rebelión" contra EEUU. Pero eso, hoy por hoy, no es otra cosa que un sueño.

A principios de este siglo XXI eran 15 los países europeos gobernados por socialdemócratas, al menos de nombre. Ahora sólo quedan cinco: Malta, Suecia, Portugal, Rumanía y Grecia.

Hasta ayer había uno más, Italia, donde también ha sido derrotada la socialdemocracia representada por el Partido Demócrata, el antiguo Partido Comunista de Italia.

El aumento del fascismo, la xenofobia y todo lo demás -que es lo mismo- no significa el cuestionamiento del capitalismo. Todo lo contrario. Lo grotesco sería ahora ver al Partido Demócrata italiano pactar, al estilo de los alemanes, con Berlusconi y sus secuaces en otra "gran coalición".

Y mientras, en el Estado español se suspira por acuerdos con el PSOE, o con Esquerra Republicana de Catalunya.

Y mientras, siniestros personajes como Tsipras, que ya hizo el ridículo hace unos meses apostando por la "gran coalición" de Alemania, vuelve a hacer gala de su masoquismo.


Este payaso está cada vez más satisfecho con la posición del SPD y se alegra de que la troika imponga aún más "reformas", como el cuestionamiento y destrucción del sistema de pensiones o el cuestionamiento del derecho de huelga, como ha hecho él en Grecia. ¿De verdad se cree eso de que ahora se van a oponer a la "austeridad"?

Ya dije que sarna con gusto no pica. Ahora añado que, además de la sarna, debe satisfacer mucho el masoquismo.

El Lince


1 comentario:

  1. ¿Existe hoy algún estado o nación cuya soberanía esté situada al margen o por encima del capital-ismo?

    "En los templos en los que se rendía culto a Moloch se encontraba una enorme estatua de bronce del dios la cual estaba hueca, y la figura de Moloch tenía la boca abierta y los brazos extendidos, con las manos juntas y las palmas hacia arriba, dispuesto a recibir el holocausto. Dentro de la estatua se encendía un fuego que se alimentaba continuamente durante la ceremonia del sacrificio. En ocasiones los brazos estaban articulados, de manera que los niños que servían de sacrificio se depositaban en las manos de la estatua, que por medio de unas cadenas se levantaban hasta la boca, introduciendo a la víctima dentro del vientre incandescente del dios.

    Durante el sacrificio, los sacerdotes del templo hacían sonar tambores, trompetas y tímbalos, de manera que no oían los llantos de los niños. Asimismo a las familias de las víctimas les estaba prohibido llorar.

    Antes de que la estatua fuese llenada se inundaba la zona con un fuerte ruido de flautas y tambores, de modo que los gritos y lamentos no alcanzaban los oídos de la multitud."

    Sin duda, una posible alegoría del capitalismo y su orquesta mediática impidiendo que la realidad y los lamentos puedan alcanzar "los oídos de la multitud".

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