lunes, 20 de noviembre de 2017

La verdad en una sopa de ganso

Para nadie de quienes leéis ésto es un secreto que soy un marxista doble. En su vertiente de Karl y en su vertiente de Groucho. Del primero tenéis ejemplos casi diarios, del segundo también alguno que otro. En esta ocasión voy con el segundo para terminar (con alguna reserva, hasta el miércoles) la trilogía sobre Líbano y abordar otros asuntos.

Una de las películas con que más disfruto de los Hermanos Marx es "Sopa de ganso" y hay una escena en la que Groucho le dice a su chica que no crea lo que están viendo sus ojos, a otro en su habitación, sino que le crea a él. Pues eso mismo es lo que está pasando ahora en Líbano con la historieta de Hariri. Todo el mundo ha visto que ha sido secuestrado por Arabia Saudita, que ha tenido que ser rescatado por Francia -gracias a que también tiene la nacionalidad francesa- y que su renuncia como primer ministro de Líbano ha sido impuesta por los sauditas para intentar romper el equilibrio existente entre sunníes y el resto de comunidades políticas y religiosas, tanto shiíes como cristianas, en Líbano con la finalidad de dar vía libre a una agresión, incluyendo militar, contra Hizbulá.

Esto mismo lo han dicho varios que lo han visto con sus ojos, como el ministro de Asuntes Exteriores alemán, el presidente libanés, el emir de Qatar, el de los Emiratos Árabes Unidos e, incluso, el presidente de Egipto. Es tan obvio, como que dos de los hijos de Hariri están mantenidos a la fuerza en Riad como "rehenes", que ya no lo discuten ni los propios sunníes libanesses, que no ocultan que hoy por hoy Hariri, su principal dirigente, es una marioneta en manos de sauditas y franceses.

Sin embargo Hariri, en la mejor tradición de "Sopa de ganso", está diciendo a su gente que no crea lo que ven sus ojos sino que crea lo que él dice. No ha sido secuestrado, sus hijos están en Riad "por estudios" y su renuncia como primer ministro, y aún no ha pisado Líbano para defenderla, se debe al "control" por Hizbulá (e Irán, el malo malísimo) de la política en Líbano. Dice que volverá a Líbano el día 22 (salió el día 3 hacia Riad y allí le hicieron dimitir) y que defenderá su postura, pero mañana, antes de pisar Beirut, visitará Egipto para "acercar posturas".

Como el guión está escrito, volverá con el mantra de Hizbulá y de Irán y los políticos libaneses, los sunníes, tendrán que decidir si aceptan lo que dice Hariri o lo que ven con sus ojos. La indignación popular contra él, contra la flagrante injerencia saudita y francesa es de tal calibre que no lo tiene nada fácil. Y como no lo tiene nada fácil, los israelíes están enredando con los cristianos falangistas y los sauditas con la Liga Árabe, en una reunión de urgencia y extraordinaria que ha tenido ese domingo, condenando "la agresión de Irán y de Hizbulá" que "amenazan la seguridad nacional árabe".

El primer intento de sacudir la estabilidad política libanesa ha fallado, pero eso no significa que el segundo intento también lo haga. Por si acaso, Hizbulá ha puesto a su gente en "alerta máxima" ante estas maniobras, en las que no se descarta -ni por parte de esta organización ni del Estado libanés- la posibilidad de algún atentado que haga saltar todo por los aires.

En este sentido, hay un movimiento que no tiene que pasar desapercibido: Siria ha dicho que "Hizbulá no estará sola en caso de ataque" contra esta organización. Eso no significa que Siria entrase directamente en el conflicto, pero sí que los miles de combatientes que hay en Siria apoyando al gobierno harían lo propio con Hizbulá.

El miércoles sabremos si los intentos de desestabilización interna en todos los ámbitos, políticos, económicos y de seguridad, tienen algún recorrido. Estaremos ante la verdad de una sopa de ganso como en la película: si se cree lo que diga Hariri o lo que ven los ojos.

Todo está pasando cuando la guerra en Siria termina con una derrota aplastante del eje EEUU-Israel-Arabia Saudita y el fracaso definitivo del "Nuevo Oriente Medio" de Bush y sus seguidores. Y cuando surge un nuevo eje, Rusia-Irán-Turquía (este último país aún no definido del todo). Arabia Saudita se está jugando todo a una sola carta y, como alguien ha dicho, "el miedo saudita [a su pérdida de poder, incluso a nivel interno puesto que el país no es más que un conglomerado de intereses personales y tribales, ahora en cuestión] puede apresurar una explosión regional".

El Lince

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