viernes, 25 de agosto de 2017

Nada en común

Voy de cabeza al charco. No vivo en Catalunya y si lo hiciese no iría a la manifestación oficial de mañana en Barcelona. Cuando se produjo el atentado contra la revista francesa Charlie Hebdo ya dije que hedía el olor a estiércol en Francia y la manipulación que se estaba haciendo por parte del poder. Allí acudieron personajes como Poroshenko y Netanhayu, entre otros, y la gente hizo abstracción de estos personajes y desfilaron con ellos. Quienes impulsaron y arroparon matanzas como las de Odesa, Mariupol o Gaza fueron arropados por una multitud de gente a la que ni siquiera adjudico el beneficio de la duda por su ignorancia, sino que simple y llanamente les considero como fascistas cotidianos.

Leed o releed a Wilhem Reich y lo que denominaba como el "fascismo cotidiano" y entenderéis de lo que estoy hablando y que no es otra cosa que la población interiorizando la ideología de la burguesía en el poder y que aparece a través de los "valores" y las "necesidades" que hacen que se acepten su visión del "orden" y la "justicia" a través del lenguaje, entre otras cosas.

Gracias al órdago de la CUP se ha conseguido que todos los politicastros, nuevos y viejos, pero con el mismo argumentario, todos los sindicalistas, nuevos y viejos, pero con el mismo argumentario, no estén en primera fila y sea alguien de la llamada "sociedad civil" quien encabece la marcha. La CUP ha sido la única organización política que ha tenido la decencia de hablar claro y llamar al pan, pan y al vino, vino. Todas las demás no son otra cosa que adornos florales del sistema, de un sistema que es el responsable de lo sucedido. El Estado español (España, para otras latitudes) lanzó una guerra ilegal contra Irak en 2003 junto a EEUU, Gran Bretaña y Portugal que es la que ha desencadenado al monstruo que ahora sufrimos. Ninguno de los perpetradores de esa y otras matanzas está procesado, ninguno de los partidos que dan cobijo a esos jefes de Estado y de gobierno está ilegalizado, ninguno de los gobiernos de esos países ha abandonado su política militarista e injerencista. Son jueces, jurados y verdugos.

El jefe del Estado, y presidente incluido, de uno de ellos va a ir a la manifestación. Los sumisos habituales, nuevos y viejos, adulan con la boca más o menos pequeña y acuden presusoros para no faltar en la foto. A rendir pleitesía. Y con ellos muchos, muchas ciudadanas con más corazón que cabeza. A mayor gloria del sistema y sus represiones. Y sus negocios.

Yo no tengo nada en común con ellos, nada de nada. Así que no.

Por el contrario, sí tengo mucho en común con la gente que se ha desmarcado, con quienes hacen un llamamiento a una manifestación alternativa. "Vuestras políticas, nuestros muertos" es el lema. Acertado, muy acertado.



Así me sumo a su iniciativa y os dejo su manifiesto de convocatoria.

Manifiesto 
Ante la tragedia del 17 de agosto: paz, solidaridad y convivencia en la diversidad  

Salimos a la calle este sábado 26 de agosto de 2017 en Barcelona para expresar nuestro rechazo al atentado reivindicado por Daesh y para mostrar nuestro apoyo a víctimas y familiares. Lo hacemos por los hechos ocurridos el pasado 17 de agosto en Barcelona y en Cambrils con 15 víctimas mortales y más de un centenar de heridas. Lo hacemos para agradecer la respuesta solidaria de las personas que han reaccionado desde el primer momento. Pero sin olvidar y teniendo muy presentes a las víctimas que cada día sufren esta misma violencia, que sólo este mes de agosto ha golpeado a muchos otros países, además de Cataluña. Recordamos especialmente a Siria, donde han muerto medio millón de personas en manos de actores gubernamentales y no gubernamentales, tanto locales como internacionales. Víctimas que no salen en portadas, víctimas olvidadas. Muchas no mueren pero se quedan en nuestras fronteras. Desde las entidades, las plataformas y los movimientos sociales queremos dejar claro que estas muertes son tan nuestras como las de Barcelona y Cambrils. No hacemos diferencia.

Salimos a ocupar la calle como lo hemos hecho tantas otras veces. Recordamos los gritos de "No a la guerra" de 2003 -a raíz de la invasión criminal de Irak impulsada por Aznar, Bush y Blair- que llenaron las calles de Barcelona. Recordamos también tantas otras manifestaciones de rechazo a las intervenciones militares en todo el mundo, a favor de la paz y por la acogida de personas refugiadas y migrantes, como la última del 18 de febrero. Volveremos, pues, a salir para volver a señalar las causas y enfocar a los responsables.

Salimos para denunciar la hipocresía de líderes y representantes políticos, del gobierno español y de la monarquía. A los que, con sus políticas, promueven guerras y alimentan conflictos armados, mediante la venta y comercio de armas a países como Arabia Saudita, mientras aplican políticas represivas y antiterroristas que fomentan la espiral de violencia. A los que incumplen los compromisos de acogida, como hacen los Estados miembros de la UE. También a aquellos que fomentan el odio, el racismo, la xenofobia y la islamofobia, con la preocupante colaboración de muchos medios. Aquellos que identifican a compañeros por la calle por su color de piel y los encarcelan en los Centros de Internamiento de Extranjeros. A aquellos que desahucian a nuestros vecinos y vecinas o que reprimen con violencia las movilizaciones populares. Salimos para decir "No Pasarán" a los grupos que amenazan con volver a un pasado oscuro, y para decir basta a aquellos que permiten que el fascismo actúe impunemente. Es hora de volver a gritar "sus políticas, nuestras muertes".

Salimos porque es una oportunidad para emplazarnos a hacer una revisión sobre el modelo de convivencia y de sociedad que estamos construyendo. Nos preocupan las consecuencias a medio y largo plazo. Ya ha habido muestras de odio, racismo y xenofobia estos días y la comunidad musulmana se ha visto criminalizada. No se trata de un "Ellos y nosotros", sino de un todos y todas.

Por todo ello, exigimos que la respuesta a la barbarie del pasado jueves no sea la de más "seguridad" represiva: más vigilancia, más fronteras, más policía, más armas, más violencia. Barcelona y Cataluña deben dar ejemplo con una respuesta diferente: desde la paz, los derechos humanos, la solidaridad, la cohesión y la justicia global. Es en esta línea en la que hoy la sociedad civil reivindicamos este espacio. La diversidad nos hace más ricas y más fuertes. Y hoy, más que nunca, debemos reafirmar-nos en nuestro compromiso con una sociedad abierta, solidaria, que no permitirá que ninguna ideología del odio arraigue en Cataluña.

Y también exigimos que la respuesta de nuestros gobernantes sea clara y contundente: cumplid los acuerdos y tratados sobre comercio de armas que habéis firmado; respetad la Declaración Universal de Derechos Humanos; romped los acuerdos con gobiernos opacos y autoritarios; dejad de intervenir militarmente; abrid más que nunca las fronteras para acoger a la gente que huye de lo mismo que ha pasado en Cataluña y que ahora está atrapada en nuestras fronteras; exigid que las empresas cumplan con el respeto a los derechos humanos en terceros países, y si es necesario rescindid los contratos firmados.

Desde la sociedad organizada, desde abajo, apostamos por construirnos desde la paz, los derechos humanos, la diversidad y la justicia global. Salimos a la calle para que ante el racismo y la islamofobia, ante cualquier vulneración de los derechos humanos, apostemos por la convivencia y por eso, salimos sábado y #anemdeblau.

Vuestras políticas, nuestras muertes
Paz, solidaridad y convivencia en la diversidad

Si tenéis interés, el manifiesto se puede leer en catalán, castellano, inglés y francés en esta página.

El Lince

1 comentario:

  1. La CUP es como Podemos pero en catalán, que se va plegando a lo que más conviene y deja la cuestiòn ideológica para las tertulias de "viejos izquierdistas" de salón, café y dominó.

    El trotskismo que atufa en ese colectivo se demuestra en que primero dijeron: "Ni hablar, no vamos porque no queremos estar al lado del rey", y a los pocos días, por aquello de pintar la mona y sacar pancartas dijeron "Sí vamos", dejando muestra de su hipocresia, la misma que salpica a Bildu, cuando ambos colectivos apoyan el terrorismo en Siria y defendieron el que arrasó Libia junto a sus amigos de la OTAN. Su objetivo sigue siendo reformar el capitalismo. Con su pan se lo coman.

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