sábado, 21 de enero de 2017

La reina de Liliput 

Recordad vuestros años de niñez, volved a releer ese fantástico libro olvidado: "Los viajes de Gulliver". Estamos casi a 300 años de su publicación y hoy se ve de forma clara como una fantástica crítica social de la época, sobre todo de Gran Bretaña y su corte. Recordad Liliput (o Lilliput), ese mundo casi sin preocupaciones diarias, moral, temeroso de dios... O sea, la Unión Europea de hoy. Recordad como los liliputienses se sienten amenazados por la presencia de un gigante que fue amigo y salvador y al que ahora ven como una amenaza... O sea, EEUU y Trump.

El discurso que Trump dio en su toma de posesión ha sentado a cuerno quemado en Alemania. Sí, ha sido un discurso provocador, abiertamente confrontacional (se se puede utilizar esa palabra), deliberadamente proteccionista. Tanto que para alguno de los liliputienses, que hasta ahora habían venido sustentando su tranquilidad en la fuerza del gigante, ha supuesto poco menos que una declaración de guerra. No se atreven a lanzar sus flechitas al gigante, pero sí a criticarle.

Merkel ha hecho durante mucho tiempo manitas con Obama (y la sádica Clinton), han estado mirándose con amor y Obama hizo su última llamada como presidente a Merkel. Un buen tipo que no olvida a su amante, ¡y voy y critico un gesto tan bonito y amoroso! Sonaba como una despedida de alguien que va a morir y pide a su amante que recomponga su vida con su sucesor, como en la Edad Media se hacía con la viuda o prometida del hermano muerto en batalla. El hermano superviviente se casaba con ella por honor. Y Merkel prometió a Obama que sí, que acepta y que "buscará compromisos" con Trump en temas de comercio y gasto militar para que la OTAN no sea obsoleta, como dijo Trump la víspera de su toma de posesión como presidente de EEUU.

Merkel tiene miedo, como el resto de sus amigos liliputienses, aunque haya dicho a Obama que sí que aceptará el cortejo del nuevo gigante, si se produce. Tiene miedo no sólo del gigante, sino de la "ira populista" que se está extendiendo como una mancha de aceite por todo el continente europeo. De forma especial en Francia, Holanda, Italia y en la propia Alemania (la lástima es que la izquierda está desaparecida o es muy débil, y no hablo de los wahabíes seculares -antes llamados progres-). Merkel, como reina de Liliput, dice que hay que volver a hacer que el gigante entre en razón: "creo firmemente que lo mejor para todos nosotros es si trabajamos juntos en base a reglas, valores comunes y acciones conjuntas en el sistema económico internacional, en el sistema de comercio internacional y hacer nuestra contribución a las alianzas militares".


Como en "Juego de tronos", la reina de Liliput está haciendo un llamamiento a sus vasallos para que reúnan sus ejércitos, les armen en condiciones y estén prestos para la guerra. Una guerra que ella liderará, por supuesto, en caso de que el gigante huya del reino. Eso de que "la OTAN está obsoleta" y de que EEUU es quien está sosteniendo ese mamotreto, como dice Trump, no hace más que meter miedo. Y si la reina tiene miedo, la corte tiene miedo y todos los que viven de la corte. Así que hay que meter miedo a la gente para que acuda presurosa a defender a su señora, a sus señores y se aliste -a ser posible cantando- para la guerra. El vasallo principal de la reina de Liliput, el francés Hollande, también ha dicho lo que su reina quiere que diga: "hay que fortalecer la defensa común".

Obama quiso ayudar a los liliputienses y cuando se le pidió que derrotase a la armada del malo, de Rusia, no dudó en hacerlo ayudando a los liliputienses con sanciones, soldaditos y tanques y poniéndolos en las fronteras del malo. Los liliputienses aplaudieron y felicitaron a su gigante. Pero el gigante tiene ahora otra cara, otro nombre y parece que se ha cansado de los liliputienses y está pensando en fugarse de Liliput.

La reina de Liliput tiene miedo, pero va preparando el terreno para la guerra sin levantar mucho polvo para no alertar antes de tiempo. Y así, la reina de Liliput -con la inestimable ayuda de sus vasallos, en este caso los socialdemócratas y los verdes- ha introducido de tapadillo una reforma del Código Penal que ha pasado desapercibida hasta ahora: la derogación del artículo 80 del Código Penal que castigaba con penas de cárcel de entre 10 años y cadena perpetua a quien preparase una guerra de agresión, Y se ha hecho con nocturnidad y alevosía, como lo suele hacer todo la corte, la realeza: se hizo el 1 de enero.

Alemania quiere más espacio de maniobra legal para sus aventuras militares. Hasta hace muy poco tiempo las impedía la Constitución. Ahora no. Quedaba sólo el Código Penal. Ya no existe la última defensa. Cristianodemócratas, socialdemócratas y verdes harán el símbolo de la cruz sobre los cadáveres. Sus votos fueron unánimes. Sólo los díscolos de siempre en Alemania, Die Linke (La Izquierda) osaron votar en contra. Igual es que son ateos y ellos no adoran ni a dios.

Es cada vez más claro que este será el gran tema de la campaña electoral (las elecciones serán en septiembre), y con él tiene bien agarrados a los socialdemócratas y a los verdes (tan progres ellos). La reina de Liliput quiere aparentar fuerza, pero se le nota el miedo aunque se apoye en sus fieles vasallos. Tendrá que echar mano de todos sus recursos, tendrá que ser más rusófoba que lo era, tendrá que ser más populista que los populistas.

Como dijo Jonathan Swift, el autor de "Los viajes de Gulliver", "la ambición suele llevar a las personas a ejecutar los menesteres más viles; por eso, para trepar, se adopta la misma postura que para arrastrarse".

El Lince

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