lunes, 28 de marzo de 2016

Los malos están ganando

Sí, los malos -el gobierno sirio y Hizbulá, además de los rusos- han ganado una batalla crucial con la liberación de Palmira. El muy democrático Occidente (EEUU y sus vasallos de la UE) han tenido que reconocer a regañadientes un hecho crucial para el destino de Siria. La importancia de Palmira es similar a la de Kobani hace un año. Si Kobani sirvió para que los kurdos pasasen a ser un actor de primer orden, Palmira va a servir para que ya nadie cuestione ni a Al-Assad ni a su gobierno.

Pero a diferencia de Kobani, la liberación de Palmira supone la mayor derrota militar que ha sufrido la organización llamada Estado Islámico. Por eso Occidente está casi en silencio. Tres días antes de la liberación, EEUU decía que no era una buena idea.


Los malos han puesto en ridículo a los buenos. Y entonces empieza la construcción del discurso. "Retirada del ISIS de Palmira" es uno de los más frecuentes. Los malos no pueden ganar y si lo hacen hay que minimizar las ganancias. Por eso se pone el énfasis en los muertos que habrían sufrido los malos en la liberación de la ciudad. La cifra que dan oscila entre los 110 y los 180 soldados y milicianos frente a unos 400 islamistas wahabíes takfiris. Los medios de propaganda árabes, en su gran mayoría y de forma especial los vinculados a los wahabíes sauditas, se centran en ello dando a entender que la resistencia de los integrantes de la organización llamada Estado Islámico ha sido digna de elogio. Un titular como ejemplo: "El régimen sirio controla las ruinas de Palmira después de sufrir grandes pérdidas". Y se dice algo más: "Las bombas del régimen han causado la destrucción del 70% de las ruinas de Palmira". Lo dicen a pesar de toda evidencia, pero miente que algo queda.

Los malos han sido mucho más comedidos. No hay ni imágenes ni fotos de los muertos y heridos de unos y otros. Lógicamente, ha habido bajas aunque el gobierno sirio aún no ha dado cifras oficiales. Estas son unas fotografías de un periodista ruso durante los combates en las afueras del Palmira el viernes.




El mundo occidental está confuso política y mentalmente. Occidente se desmorona cada segundo que pasa. La victoria de Palmira ha sido un nuevo ladrillo que se ha levantado en el nuevo edificio geopolítico que se está construyendo. Porque ya nada será igual. Ahora hay que imaginar el grado de desesperación de los contras extremistamente moderados o moderadamente extremistas en las conversaciones de Ginebra porque el gobierno sirio está muy reforzado. Veremos a Occidente intentando reescribir, una vez más, las reglas. Pero no lo tienen nada fácil.

Los malos están ganando y en un rasgo inusual el hecho ha sido reconocido por el secretario general de la ONU agradeciendo "al gobierno sirio" el haberlo logrado. Y la UNESCO ha hecho lo mismo. Felicitar a los malos no está bien, pero para la historia quedará siempre que han sido los malos quienes han liberado la ciudad y protegido su símbolo.

Atrás quedan los "intelectuales" que hace un año dijeron que el gobierno sirio había entregado deliberadamente Palmira a la organización llamada Estado Islámico, que era una muestra de su debilidad y que le quedaban "semanas" en el poder. Ahora están callados, aunque no tardarán en aparecer con alguna otra de sus estupideces.

Palmira es algo más que una ciudad emblemática. La victoria de los malos supone el control de miles de kilómetros cuadrados de desierto y la ruta de abastecimiento a los contras moderadamente extremistas o extremistamente moderados queda ya definitivamente debilitada. Eso lo saben los amigos y, sobre todo, los enemigos.



El Lince

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