miércoles, 16 de diciembre de 2015

Otro tigre de papel

Un anuncio gracioso: Arabia Saudita anuncia que ha creado una alianza militar de 34 países islámicos "para combatir el terrorismo". Todos los medios de propaganda se han apresurado a destacarlo, al igual que los medios más o menos alternativos. Los medios de propaganda, es lo suyo, lo ven como un impresionante logro para combatir contra el llamado Estado Islámico, aunque han tenido el cuidado de recalcar que en esa alianza militar de países islámicos no están los fundamentales: Irán, Siria, Irak y Afganistán. Los tres últimos están en guerra. Mal asunto si esa alianza militar no tiene en cuenta a los gobiernos: técnicamente, estará actuando en contra del derecho internacional. Claro que eso importa poco, dado el precedente de Yemen donde Arabia Saudita ha impuesto una guerra ilegal desde hace ocho meses y que está perdiendo. Tal vez esta sea una de las razones por las que ha dado este paso y diluir así en otros su fracaso.

Paso que, por otra parte, parece que es impresionante. Ha logrado juntar a 34 países en menos de 72 horas. Fantástico. Y lo ha hecho dos días después de que en su capital, Riad, haya reunido a unas cuantas organizaciones de los extremistamente moderados o moderadamente extremistas sirios que han llegado a unos acuerdos muy aplaudidos por sus patrocinadores pero que no son más que agua de borrajas dado que uno de los principales grupos acaba de romper dicho acuerdo: el Frente Islámico. Este grupito, tan majete, ha sido el hijo predilecto de los sauditas desde siempre y ahora reniega de su padre. Además, EEUU ha dicho que no se opone a que Asad siga al frente de Siria un tiempo. Mayor fracaso para los sauditas, imposible.

Arabia Saudita tenía que arreglar el desaguisado, el haber quedado airado, y ha tirado de chequera, como hace siempre. Estos países, si es que han acudido a la cita, lo que yo cuestiono y mucho -por ejemplo, el presidente de Líbano ha reconocido que dio el sí a la alianza militar en una conversación telefónica, algo que no es constitucional y que ya está generando un maremoto en Líbano-, lo han hecho por dinero. Arabia Saudita lleva años comprando tierras en África dado que han fracasado uno tras otros sus intentos de hacer "fértil el desierto", o sea, sus intentos de dar de comer a su población. Como no lo ha logrado, compra tierras a bajo precio, explota a los campesinos y se lleva los productos. Negocio redondo. Once de los 34 países son del África subsahariana, luego están los del Magreb, los del Golfo y alguno otro como Turquía o Pakistán. Pero hay una ausencia que debería haber hecho pensar a quienes lo ven como algo interesante: Omán.

Omán es un emirato del Golfo Pérsico que está viendo cómo los sauditas y su interpretación del islam, el wahabismo, está llevando al mundo al desastre y esto es algo que pone de manifiesto que se haya montado tal coalición dejando al margen a los países en los que gobiernan los chíies, como son Irán, Irak y Siria (los alauitas de este país son una variante del chíismo). Omán sabe lo que eso supone y ha decido mantenerse al margen. Su gesto pone de manifiesto la endeblez de todo este montaje porque, entre otras cosas, rompe la disciplina dentro del Consejo de Cooperación del Golfo y la unanimidad que se había dado hasta ahora.

Pero lo más interesante es lo que hay detrás. Primero, una impresionante lucha de poder en Arabia Saudita entre el heredero del trono y el ministro del Interior. Bajo mi pinto de vista, Arabia Saudita y su alianza no es más que otro tigre de papel: parece peligrosa, pero no lo es. No es más que una cuestión de consumo interno dentro de Arabia para reforzar el papel de Mohammed bin Salman, el heredero, frente al ministro Mohammed bin Nayef.

Salman está cada vez más cuestionado dentro de Arabia Saudita por el desastre al que ha llevado al país tras la invasión de Yemen. Es el ministro de Defensa al mismo tiempo que el heredero al trono, pero eso no le hace inmune a las críticas. Y ahora mismo hay una sorda lucha de poder en Arabia que tiene mucho que ver con el desastre de Yemen. Al mismo tiempo, Salman es miembro del Consejo de Asuntos Económicos y Desarrollo. El FMI emitió en agosto un durísimo informe sobre Arabia Saudita y pronosticaba un descenso claro en su economía como consecuencia tanto de los bajos precios del petróleo como de lo que está costando para las arcas del Estado la aventura de Yemen. Salman es también el responsable del Fondo de Inversión Pública, que está congelando los planes de vivienda y otros porque no hay dinero (de nuevo por Yemen). En una palabra, su silla se está moviendo porque, dicen, se desmorona todo aquello donde pone las manos. Pero es el heredero al trono, luego una forma de recuperar poder es con cosas como ésta, la alianza militar para "combatir el terrorismo" porque el centro de mando va a estar subordinado al Ministerio de Defensa, o sea, a él y no al Ministrio del Interior donde se asienta su principal rival.

Pero como es un niñato arrogante a la par que mal criado, comete errores imperdonables. Por ejemplo, cuando presentó esta alianza de 34 países islámicos y dijo que los objetivos "son combatir el terrorismo en Irak, Siria, Libia, Egipto y Afganistán" cometió un error que es algo más que un desliz: "cualquier acción contra el terrorismo en estos países se debe hacer a través de las autoridades legítimas". ¡Guau! Eso significaría que Arabia Saudita reconoce al gobierno de Bachar al-Asad. Es lo que tiene la verborrea, que no te das cuenta de lo que dices hasta que lo has dicho. Pero hay más: "no podemos llevar a cabo estas operaciones sin coordinarnos con legitimidad con la comunidad internacional". Los únicos que tienen legitimidad son los países afectados, que deciden a quién piden ayuda y a quién no. Por ejemplo, en Siria es Rusia quien tiene legitimidad porque así se lo ha pedido el gobierno sirio; en Irak es EEUU porque así se lo ha pedido el gobierno iraquí.

¿Sabéis algo curioso? Lo que os cuento aparece en árabe en la Agencia de Prensa Saudita. Salvo que lo hayan corregido, es literal por lo menos en el momento de colgar ésto.

Este montaje de la alianza militar no tiene nada que ver con el llamado Estado Islámico. Es una declaración de intenciones, por una parte, y un anuncio de cara a respaldar a un tipo muy cuestionado a nivel interno. Si se refuerza su papel dentro de Arabia, se corre el peligro de que su arrogancia le lleve a poner en marcha nuevas aventuras, tipo Yemen, y entonces sí estaríamos hablando de otras cosas. Porque este niñato arrogante dice que la alianza militar "tendrá como objetivo cualquier organización terrorista que aparezca delante de nosotros". ¿Y sabéis a quién ha declarado Arabia Saudita "organización terrorista"? A Hizbulá, con gran arraigo en Líbano y que está combatiendo junto al gobierno sirio.

El Lince

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