martes, 16 de diciembre de 2014

Ser realistas y pedir lo imposible: a propósito de Zizek

Este es uno de los lemas del mayo del 68 francés que siempre me han fascinado. Cincuenta años después, se abomina de lo imposible (utopía) y se alaba lo realista (el pragmatismo). Esta es la postura de una parte importante de la izquierda de aquí y de acullá, del norte y del sur, del este y del oeste. Claro que siempre hay excepciones, pero las excepciones confirman la regla. Viene esto a cuenta de organizaciones como el Frente Amplio de Uruguay, que acaba de ganar las elecciones, de Syriza en Grecia o Podemos en el Estado español (España, para los de otras latitudes) que, dicen, están en buena posición electoral. Como si en el mundo no hubiese más salida que la que proponen estas organizaciones. Pero la hay, claro que la hay. Incluso en la moribunda Europa. A pesar de Zizek y de los que, como él, están cansados de que no se quiera ganar, que hay que jugar el juego del sistema y argumentos semejantes.

Cuando escribí “Ayotzinapa como respuesta a Zizek” dos lectores, David y Gabo, comentaron que no entendían mi crítica y que desconocía el pensamiento de Zizek. Depende. Puede que lo que conozca no sea lo que ellos conocen. O mejor, puede que lo que interprete de su pensamiento no sea lo que ellos interpretan. O mejor aún, que yo lea una cosa y ellos otra. La primera vez que leí a Zizek fue en el año 2003, a propósito de su polémica con Badiou (evento y simulacro), y he de reconocer que no me enteré de mucho, aunque sí de cosas como que el entusiasmo fácil con una determinada causa puede ser muy contraproducente para una auténtica emancipación humana. Desde luego no lo voy a desarrollar aquí, pero es lo que me parece que él está haciendo ahora mismo con respecto a Syriza y Podemos.

Desde que se habla de ambas formaciones como posibles alternativas de gobierno hay un hecho a destacar: han mermado las movilizaciones populares, ya no se sale a la calle como antes. Eso me recuerda a lo que hizo el PCE en 1979 cuando consiguió algunas alcaldías y concejalías: dijo “ya estamos en las instituciones”. Y comenzó a disolver sus estructuras sociales, como las asociaciones de vecinos, entre otras. Y de esos polvos vienen estos lodos. Se puede argumentar de todo, desde cansancio hasta decisión política para no alarmar a los votantes, eso de la “centralidad política” que se repite como un mantra, pero es un hecho objetivo. Se modera el discurso, se pulen las aristas y se pierde mordiente. Es decir, se renuncia ya desde el primer momento, antes de llegar a esa anhelada meta: el poder. Pero no es lo mismo llegar que tener, como supongo que mis dos críticos saben.

Dice Zizek que resistir es rendirse, y eso es a lo que apelan tanto Syriza como Podemos: hay que ganar y no sólo resistir, que es lo que se ha hecho hasta ahora. Pero ¿ganar, para qué? ¿para aceptar la hegemonía del capitalismo como un hecho, que es lo que subyace del documento económico de Podemos cuando dice que es casi nula su capacidad de maniobra con la deuda? ¿para aceptar la hegemonía del capitalismo como un hecho contra el que hay que luchar “entrando en los espacios”, como dice mi crítico David, y “aprovechar las oportunidades”? En Colombia la Unión Patriótica decidió "aprovechar los espacios" y el régimen decidió que el único espacio que tenían era el limitado a la fosa.

Bien es cierto que en el documento en cuestión se dice que las medidas que propone Podemos no se circunscriben a los 4 años de una legislatura, sino que van más allá y por eso habla de actuar con realismo sin renunciar a los sueños. Queda implícito qué tipo de sueños, porque no se explicita ni uno.

Así que vamos a hablar de sueños y de realidades -circunscribiendo el tema a Europa- y voy a poner a Podemos, a Syriza, a Zizek y a sus dos discípulos ante dos espejos: Portugal y Alemania. En Portugal el Partido Comunista, que hegemoniza la Coalición Democrática Unitaria, ha logrado unos impresionantes resultados en las últimas elecciones municipales y departamentales: estuvieron muy cerca de la mayoría absoluta en localidades como Setúbal (41’49%), Beja (38’63%) y Évora (38’50%), logrando muy buenos resultados también en Portalegre (17’26%) e incluso en la misma Lisboa (15’63%) donde en una de las localidades de su área metropolitana, Loures (200.000 habitantes), se ha hecho con la alcaldía, como también gobierna las mencionadas antes y otras más pequeñas. En Alemania, el partido La Izquierda (Die Linke) gobierna, mediante un pacto con los socialdemócratas y los verdes, el land de Turingia. Es la primera vez que un partido de este tipo se hace con el gobierno de un land en Alemania tras la desaparición del muro de Berlín.

¿Insuficiente? Desde luego, pero relevante. Tanto el PCP como Die Linke no han renegado de sus principios políticos en ningún momento, aunque se muestran partidarios de alcanzar acuerdos con los socialdemócratas siempre que ellos estén en una posición o bien de hegemonía (como ocurre en Turingia, donde Die Linke tiene el 28’2% y el SPD el 12’4%), o bien condicionando las políticas económicas y sociales del gobierno como en Brandenburgo, donde la situación es al revés gobernando el SPD (31’)%) con el apoyo de Die Linke (18’6%). Hablaré de ello en otra ocasión.

Desde luego, a mí me ha sorprendido bastante -y para bien- que tanto el PCP y Die Linke sigan hablando de lucha de clases en sus documentos y discursos, que no edulcoren sus mensajes y que hablen abiertamente de la necesidad, sobre todo en Portugal, de ir preparando la adopción de medidas para la salida del euro. Por ejemplo, en el documento de Podemos se dice que "el euro se concibió como una auténtica ratonera pero que en ningún lugar está escrito que los pueblos tengan que aceptarlo sin más" y sin embargo, al contrario que el PCP, cree que "aún hay formas de hacer que funcione la moneda única". Pero esto se contradice con la pretensión de rechazar el pago, así sea de una parte, de la deuda. Porque el solo hecho de no pagar supone , ya en sí, un golpe tanto al euro como a la famosa "unión monetaria".

Tanto Die Linke como el PCP y su CDU están lejos de realizar una política revolucionaria, entendida ésta como lo que es, una transformación de todos los aspectos de la sociedad y no sólo de las relaciones interpersonales sino de los aparatos del Estado y de las relaciones económicas y de producción para acabar con todas las formas de opresión, pero al menos están intentando sentar las bases para que este proceso sea posible en el futuro, sin circunscribirse sólo a la lucha electoral. Y lo primero que han hecho para ello ha sido no renegar ni de los símbolos ni del lenguaje y no dejar en manos de la burguesía conceptos históricos de la izquierda como solidaridad o justicia social.

Es el ejemplo de la fuerza de los principios -aunque puede ser una afirmación algo aventurada- y de una práctica política muy alejada de los vaivenes de otras formaciones que hablan de “modernización y moderación” al tiempo que se derechizan a marchas forzadas en aras de lo real y de lo posible.

Ahora bien, Zizek y sus apologistas tal vez considerarán (lo digo porque no he visto ni una sola mención ni a Portugal ni a la izquierda alemana en sus análisis) que esto no es más que reforzar el sistema, por paradójico que suene, dado que tanto el PCP como Die Linke mantienen una lucha por la hegemonía político-ideológica contra el capitalismo. Y si no he leído mal a Zizek, lo que estarían haciendo tanto el PCP como Die Linke es “abandonar el ámbito del Estado” dado que no luchan por su conquista sino que se contentan con controlar ámbitos más pequeños y eso, en definitiva, refuerza el Estado según Zizek. Ya me dirás, David, si me equivoco, pero veo una similitud entre esto y lo que tú dices sobre el PRD y el PT mexicano a los que Zizek vería como “una falsa izquierda reformista que potencia la brutalidad del sistema capitalista”, como comentas.

Por lo tanto, según Zizek, lo que hay que hacer es apoderarse del aparato del Estado para hacerlo funcionar según otros fines, que serían más cercanos al modelo de Venezuela: “un vehículo para la movilización de nuevas formas de política”. Conozco Venezuela bastante bien, estuve allí residiendo un año largo y recorrí el país, algo que no se puede decir que hayan hecho otros europeos. Ni siquiera Zizek. Estuve en Portuguesa, Carabobo, Barinas, Zulia…, zonas agrícolas, industriales, ganaderas y mineras. Hice algo que no suelen hacer los europeos: vivir en las comunidades campesinas, asistir a la entrega de títulos de tierras, trabajar en cooperativas, vivir con los indígenas, yukpas y wayúu… y en Caracas viví en los barrios ubicados en los cerros (Catia, Onoto, Sarría).

Sería interesante hablar de ello, pero ahora lo que quiero decir es que una de las impresiones que saqué es que esas nuevas formas de hacer política han consistido en más de lo mismo (con excepciones, claro está). Rosa Luxemburgo hablaba de la necesidad de aprender en la dialéctica de la historia, es decir, el derecho de la clase obrera a equivocarse y a aprender de esas equivocaciones porque así es como se continúa el proceso revolucionario. 

En Venezuela observé una nueva sociedad en construcción, que avanza pese a los constantes embistes a que es sometida desde dentro y fuera del país, incluso desde el interior de quienes dicen estar con este proceso. Pero esta sociedad en construcción da la impresión de que ha parado su avance hace algún tiempo y eso tiene mucho que ver con la muerte de Chávez. Él hablaba de que estaba en marcha una revolución económica, política y cultural, y lo enmarcó en un “pacto de conciliación de clases”, pero yo sólo me voy a referir a un aspecto: el económico. Ya entonces había escasez de productos en los barrios populares, que no en los de la oligarquía. Ver la escasez en los supermercados populares Mercal y ver la abundancia en los supermercados oligárquicos como el Sambil era insultante. Y aún más cuando lo hacías notar y la respuesta era no agredir a la oligarquía en unos momentos en los que se negociaba un acuerdo, muy limitado, con los latifundistas sobre las tierras "ociosas", un porcentaje casi ridículo en el total de las tierras en poder de los terratenientes y latifundistas.

Una de las medidas que estudié con más interés fueron las cooperativas. Venezuela impulsó las cooperativas, pero ha habido éxitos incuestionables y fracasos sonoros en su desarrollo puesto que en no pocos casos se han dedicado a producir objetos de consumo en vez de satisfacer las necesidades del pueblo. Es decir, no se impulsó como se debería las Empresas de Producción Social, ahora estancadas en Venezuela.

No he visto nada parecido a estas empresas en el documento de Podemos y tampoco en lo que he leído de Syriza. Para mí este tipo de empresas son las realmente fortalecedoras de las redes socio-productivas y el germen que desarrolle una sustitución progresiva de la lógica del mercado por una economía de equivalencias, donde exista una propiedad colectiva de los medios de producción y unas nuevas relaciones sociales de producción basadas en la cooperación inteligente: conocimiento, respeto y apoyo mutuo.

Esto es subversivo y es, en sí, “una demanda de lo infinito”, que diría Zizek, algo no realista porque es una “actitud infinitamente exigente” que no representa ningún problema para aquellos que están en el poder. Pero supongamos, es un suponer, que esta demanda “imposible” se realiza a los nuevos detentadores del poder, léase Podemos o Syriza. ¿Cuál sería su respuesta? Exacto, la misma que la que dan ahora quienes detentan el poder. Por lo tanto, y ya que vivimos en un mundo real no hay que conformarse nunca con lo posible.

Antecedentes hay, y muchos tanto en Europa como en cualquier parte del mundo. España vivía en un mundo real, la monarquía, y la derribó por el imposible de la II República, luego derrotada por el fascismo y la inacción de los "demócratas". Rusia vivía en un mundo real, el zarismo, y le derribó por el imposible igualitario de la Revolución de Octubre, luego derrotada por sí misma 70 años después. Cuba vivía en un mundo real, el casino de juegos y mujeres de EEUU, y lo derribó un puñado de visionarios como Fidel Castro y el Che Guevara. Guatemala vivía un mundo real, esclavitud en manos de las compañías fruteras estadounidenses, y lo cambió por el imposible igualitario de Jacobo Arbenz aunque le derribasen después por un golpe de Estado. Salvador Allende vio el mundo real en el que vivía Chile e intentó una transición pacífica al socialismo que fue cortada por un golpe de Estado. Copérnico, Newton, Darwin, Einstein vivían en un mundo real y pedían y buscaron el imposible. ¿Sigo? ¿O, tal vez habría que dejar de intentar lo imposible para evitar golpes de Estado, clásicos o económicos por aquello de que vivimos en un mundo real? Vamos a ver qué nos depara el futuro "real" que venden algunos, ese ansia por "jugar" que tanto le gusta a Zizek, hasta dónde van a ceder y hasta dónde nos muestran que se puede llegar sin molestar a los grandes poderes, los mismos que truncaron otras experiencias emancipatorias. ¿O es que en ese mundo real no hay emancipación y sólo hay que amoldarse a ser más o menos esclavo?

Tal vez Zizek y los que le consideran un gurú piensen, como un histórico dirigente revolucionario de principios del siglo XX, que "en política, hay veces que hay que optar por el mal menor". Pero eso está muy lejos de "la ilusión por ganar". Una prueba de todo ello nos la va a dar Grecia. Mañana en Grecia va a haber elecciones presidenciales y "los mercados" andan asustados ante la posibilidad de que gane Syriza. Mejor dicho, no que gane sino que impida que se consiga el número de votos necesarios para que no se adelanten las elecciones generales. Veremos qué pasa y cómo funcionan tanto el miedo como las renuncias. 

El Lince

2 comentarios:

  1. De verdad me alegra que haya ampliado este tema, pero a la vez me sorprende que se lo haya tomado tan personal, vamos, ¡estamos en el mismo bando! Así que no nos matemos entre nosotros. Sigo coincidiendo prácticamente en todo y vaya que es cansado ver partidos como el Frente Amplio en Costa Rica y Uruguay despojándose de los símbolos para arroparse de socialdemocracia moderna, pero al igual que el anterior artículo no veo apropiado ese sesgo condenatorio (así lo he entendido) hacia Zizek solo por el hecho de emocionarse con una agrupación insuficientemente revolucionaria;por ejemplo, que mi jefe represente los intereses capitalistas de los dueños de la empresa no impide mantener la amistad que tenemos desde la universidad

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    1. De lo que he leído de Zizek (que tampoco es mucho, ni cerca estoy de ser un erudito) me parece que siempre apunta en la misma dirección de este blog, de ser bastante radical y tomar riesgos. Considero que SZ es excelente en el diagnóstico pero no es un proponente concreto y también es cierto que conoce bastante de EEUU y Europa (donde usualmente se moviliza) pero no es tan solvente en lo que sucede fuera de ahí

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