domingo, 16 de noviembre de 2014

La funesta manía de pensar

Quienes seguís estas reflexiones no os sorprenderéis si vuelvo a la carga: no compréis periódicos, no financiéis aún más a una oligarquía que os dice permanentemente qué tenéis que pensar, cómo comportaros, cómo vestir e, incluso, qué comer. Lo mismo vale para las televisiones y radios si es que en vuestra zona no hay medios comunitarios. Una vez conocí a un viejo luchador que me dijo que había sido detenido cuando, estando en la clandestinidad, compraba el periódico porque para él se había convertido “en un vicio como el tabaco, del que es muy difícil de salir”. Iba todos los días al mismo kiosko. Estuvo tres años en la cárcel.

Hoy la prensa está de capa caída, cada vez se lee menos y eso es una buena señal. En el Estado español (España, para los de otras latitudes) los datos de septiembre son buenos: El País ha perdido el 13’4% de su tirada, El Mundo ha perdido el 11’9% y el ABC el 10’6%.  

Sin embargo, el poder de la televisión crece (sobre todo con el fenómeno de moda, las tertulias) y el de la radio se mantiene, por lo que debemos tener siempre la funesta manía de pensar o, como decía Frantz Fanon, de interrogarnos siempre sobre las razones del sistema y sus medios de comunicación.

 También vale esta reflexión para internet. Hace unos días este vídeo se hizo “viral” y fue reproducido, también, por las televisiones de todo el mundo a iniciativa de la británica BBC. Era una muestra de la maldad intrínseca de Bassar al Assad y de la represión y el genocidio en Siria, decían. Aquí lo tenéis:




Impresionante, ¿no? Pues no: era una falsificación realizada por el Instituto del Cine de Noruega supuestamente para “concienciar sobre la situación de los niños en zona de guerra”, como dijo al conocerse la falsificación. Aquí está la preparación para la toma:




Y este es el vídeo en el que aparece el equipo de filmación al completo, con los dos chavales actores.




Ya lo dijo Marcuse en la década de 1970: “los medios de comunicación, con su mezcla de verdades, medias verdades y mentiras manifiestas conducen a la inercia, a la sumisión y a la renuncia a cambiar”.


El Lince

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