sábado, 11 de octubre de 2014

La Coca-Cola y Al Capone

Al Capone fue el gánster más importante de EEUU en la décadas de 1920-1930. Prostitución, juego ilegal, extorsión, tráfico de alcohol, asesinatos… todo lo controlaba como nadie pero sólo se le pudo encarcelar por evasión de impuestos. Sobre Coca-Cola supongo que no hace falta presentación alguna. Pero Al Capone y Coca-Cola son parecidos en una cosa: se les puede pillar por lo menos insospechado.

Me explico, si a Al Capone sólo se le pudo pillar por unos recibos y acusarle de evasión de impuestos, a la Coca-Cola se la ha pillado por contaminar las aguas. Ha sido en la India, un país que cuenta no sólo con 1.200 millones de habitantes sino con 58 plantas embotelladoras de la bebida. Habréis de saber que Coca-Cola cada vez vende menos en Europa, en EEUU es superada por Pepsi y está buscando otros continentes para su expansión. Tanto, que en 2013 el 70% de sus beneficios se producían en lo que de forma eufemística se denomina Tercer Mundo.

Pues en la India, en un pueblecito llamado Mehdiganj –bueno, no tan pueblecito, tiene 10.000 habitantes, aunque sí es pequeño comparado con el resto de ciudades del país-, en el estado de Uttar Pradesh (os lo sitúo en el mapa de la India), los residentes llevaban 11 años luchando contra la planta embotelladora de Coca-Cola que se impuso allí. Es un pueblo habitado mayoritariamente por dalits (los antes llamados intocables en el sistema de castas de la India y que son los más pobres de los pobres, o sea, los parias) y por musulmanes. La mayoría de la población trabaja en el campo, las tierras son pequeñas, de unas tres hectáreas de media, y se produce arroz, trigo, lentejas, berenjenas y mangos. Parte de estas tierras fue, simple y llanamente, usurpada por Coca-Cola.



Entonces comenzó la pelea. Hace de ello 11 años en los que los pobladores de Mehdiganj denunciaron de todo, desde la explotación laboral hasta el agotamiento de los pozos subterráneos pasando por la incautación ilegal de los territorios pertenecientes a las comunidades locales. Ni las denuncias de explotación laboral, ni las incautaciones de tierras fueron suficientes para que los tribunales hiciesen caso a los pobladores. Esta es una foto de una de esas movilizaciones.



La planta de Coca-Cola extraía cinco veces más aguas subterráneas de lo que estaba autorizada, lo que provocó el agotamiento de los pozos que surtían de agua a la población de Mehdiganj. Los campesinos protestaron, pero las autoridades se mostraron inmunes a las protestas y dejaron que Coca-Cola siguiera esquilmando las aguas. Imaginaos a las autoridades de un pequeño pueblo enfrentándose a una multinacional. Impensable. Así que las autoridades tuvieron una feliz ocurrencia: imponer restricciones de agua ¡a los campesinos! Ya se sabe, el progreso es el progreso y el trabajo, aunque sea en condiciones de esclavitud, es un puesto de trabajo. A lo mejor os suena el discurso. Es universal hoy día. ¿Y de dónde nos dicen que viene el progreso? De la mano de los empresarios (pertenecientes a los brahmanes y, sobre todo, a los vaishias) y como son emprendedores, como nos dicen ahora en la nueva neolengua capitalista, ven enseguida dónde hay negocio: en la venta de agua. Así que cobraban a los campesinos 20 rupias (unos 25 céntimos de euro) por hora de riego. Puede que os parezca poco, pero una rupia allí es mucho: dos terceras partes de la población de la India viven con dos euros al día.

Coca-Cola utiliza un millón de litros de agua al día en su producción del refresco (600 botellas al minuto) y una gran parte de esta agua se convierte en residuo sin purificar, lo que contamina los pozos y el campo. Así que, como hizo la policía de EEUU con Al Capone, los pobladores de Mehdiganj decidieron dar un rodeo y buscar el punto débil del sistema político y judicial indio y atacar por el flanco ecologista: denunciaron la contaminación de las aguas. Coca-Cola respondió como lo suelen hacer estas compañías: los puestos de trabajo que da, las “obras de caridad” (en Europa se dice la “obra social”) que hace, se comprometió a proporcionar tierras alternativas a los campesinos, etc.

Pero los habitantes de Mehdiganj siguieron en su empeño y las autoridades no tuvieron más remedio que investigar: se encontró un muy alto nivel de plomo, cadmio y cromo en una proporción 30 veces superior a lo permitido. En estas proporciones se genera cáncer para quien beba esa agua. Porque habréis de saber que, entre otras cosas, a los dalit se les prohíbe beber agua de las mismas fuentes que al resto de castas como los brahmanes o los vaishias.

Coca-Cola quedaba al descubierto y las autoridades locales, también. Entonces, presionadas de nuevo por el pueblo, tuvieron que actuar. A finales de 2013 obligaron a Coca-Cola a desalojar las tierras ocupadas ilegalmente en territorio comunal. Coca-Cola recurrió a la Corte Suprema y ahora ha salido el fallo: se da la razón a los campesinos y a las autoridades de Mehdiganj. Conclusión: Coca-Cola ha tenido que cerrar la fábrica embotelladora.

Un subterfugio acabó con Al Capone, un subterfugio acabó con la Coca-Cola en Mehdiganj. Una gran victoria para la comunidad local de Mehdiganj y un ejemplo para todo el mundo. Otras localidades de la India donde hay plantas embotelladoras de Coca-Cola están siguiendo el ejemplo de Mehdiganj, como es el caso de Jaipur y Kaladera. Por cierto, os preguntaréis por qué Coca-Cola puso una planta embotelladora en este pueblecito. Pues porque está muy cerca de Benarés (Varanasi en sánscrito), la ciudad que casi todos hemos visto alguna vez reflejada en las grandes abluciones en el río Ganges. Es una de las ciudades más importantes de la India. Aquí tenéis una foto de Varanasi.



Por cierto, en el Estado español (España, para quienes seguís estas reflexiones desde otros lugares del planeta) los trabajadores de Coca-Cola llevan meses peleando porque se anule un despido masivo (1.490 trabajadores) de plantilla que tiene intención de realizar la multinacional y que ya en un primer momento fue rechazado por los tribunales, aunque la multinacional ha recurrido y aún está pendiente la decisión final. Quisiera ser optimista, pero los tribunales aquí -es un sistema capitalista y defienden a ese sistema- muy raramente dan la razón a los trabajadores.

P.D.- Mira tú por dónde, cuando hablo de la victoria de una lucha muy trabajada en la India me entero de lo del Premio Nobel de la Paz a una paquistaní y a un indio. Nunca he entendido a quienes presentan candidaturas al Nobel y menos si los promotores de ellas van de progres. Todavía recuerdo con estupor cómo anduvo circulando por la red hace unos años la candidatura del juez español Baltasar Garzón por haber iniciado el trámite de extradición contra Pinochet cuando estaba en Londres. No me voy a extender, pero buscad por ahí las razones por las que cuando va a Argentina le hacen escraches.Y os recuerdo que Obama tiene el premio Nobel de la Paz.

A ver chicos, a ver chicas, el Nobel es un reflejo del poder mundial, de la jerarquía de valores de Occidente. No voy a entrar en los premios técnicos (física, química, medicina y eso) porque soy un chico de letras y de eso sé poco, pero sí en los otros, tanto de literatura como de la paz. Si no se tiene en cuenta eso, mal vamos. Aunque ya sabéis que para mí los progres son mi pasión, sobre todo los bien-pensantes y los políticamente correctos, esos que siempre esperan a que la burguesía les diga en qué momento hay que hacer tal o cual campaña, a quién hay que leer y con quién hay que solidarizarse. A los progres les pongo otra vez ante el espejo, como hice con la historia de Victoria Maher (ver aquí) y les recomiendo que busquen por ahí los nombres de Le Duc Tho y Jean Paul Sartre, las dos únicas personas que han rechazado los premios Nobel de forma voluntaria, el primero de la paz y el segundo de literatura. Algún día os hablaré de ellos.

El Lince




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